Los cambios a nivel sociocultural
y laboral de las últimas décadas han ido labrando el terreno para el
surgimiento de algunas conductas disfuncionales en los niños. Uno de los
conjuntos y actitudes que más preocupan ahora a los padres de familia es el
hijo que se cree amo y señor de la familia, sometiendo a todos sus miembros a
sus exigencias y caprichos; clínicamente se llama síndrome del emperador y básicamente, es un
trastorno de la conducta infantil. Una
de sus características más notables en los niños y adolescentes que lo padecen
es su incapacidad de tolerar la frustración, rebeldía, impulsividad y
fragilidad. Otras de las características
que suelen presentar estos niños es la insensibilidad emocional, poca
responsabilidad ante el castigo, dificultades para desarrollar sentimientos de
culpa y ausencia de apego hacia sus padres o cuidadores. En general o lo que se
pensaría en primera instancia es en culpar a los padres o los encargados de la
crianza de los niños por ser demasiado permisivos y protectores con sus hijos;
sin embargo se ha visto que el ambiente influye mucho en el desarrollo de este
síndrome debido a que vivimos en una sociedad consumista, individualista, donde
prima el éxito fácil y rápido por encima de todo. Además últimos estudios han
revelado que puede existir una predisposición genética de carácter que
explicaría el porqué dentro de una misma familia un niño puede desarrollarlo y
el otro no. Para entender un poco mas de que se trata este síndrome debemos
adentrarnos en la mente del niño emperador; estos niños establecen pautas
conductuales e interpersonales para privilegiar sus caprichos y exigencias por
encima de la autoridad de sus padres o cuidadores. Quien no acata sus caprichos
se convierte en victima de unos berrinches terribles y en ocasiones hasta
agresiones por parte del niño.
Se ha establecido que pueden
existir múltiples causas bio-psico-sociales que pueden ser las que generen este nuevo fenómeno infantil; revisemos las más
importantes:
1. Causas
psicociales: Los cambios a nivel laboral y social repercuten directamente en la
cantidad y calidad del tiempo que los padres dedican a sus hijos; dejando a los
niños al cuidado de terceros que no siempre son las personas más adecuadas para
tomar decisiones con respecto a su crianza.
2. Normas
y límites: Las pautas de crianza también juegan un papel fundamental;
psicólogos educativos destacan que el poco tiempo que los padres le dedican a
sus hijos genera patrones incompetentes en el momento de establecer normas y
establecer límites en la conducta de los niños. Las necesidades económicas y el
inestable mercado laboral no está ofreciendo a los padres de familia el espacio
necesario para la crianza adecuada de los niños ocasionando un estilo educativo
de tipo culpogeno y siendo proclives a consentir y sobreproteger a los niños
para “compensar” la escasa calidad y cantidad de tiempo que se les dedica.
3. Falta
de hábitos afectivos: La falta de hábitos afectivos se convierte en un caldo de
cultivo para la conducta egocéntrica infantil. La escasa cantidad de tiempo
descuida los hábitos de juego y compartir emociones entre padres e hijos.
Si bien es cierto que los
estudios señalan que este síndrome se presenta entre los 11 a los 18 años de
edad aproximadamente; se están presentando casos en edades más tempranas; por
lo tanto es importante tener en cuenta las señales de alarma. Veamos algunas:
- Niños mandones, que no aceptan un no por respuesta, intolerantes a la frustración, desean que sus caprichos sean satisfechos de inmediato; no saben esperar.
- Niños desafiantes que ponen a prueba todos los límites sin aceptar opciones diferentes a las que ellos proporcionan. El decide que, como y cuando se hacen las cosas. Se convierte en una inversión de roles donde los padres siguen ordenes y el niño manda.
- Son egocéntricos, mentirosos e impulsivos. Tienen mucha dificultad para desarrollar emociones morales e importantes como la empatía, la tolerancia, el respeto, compasión y culpa.
- Manifiestan una importante muestra de desapego hacia los demás lo que los conduce a maltratar física y psicológicamente a sus padres sin sentir ninguna clase de culpa ni responsabilidad. Son niños materialistas e insatisfechos con lo que tienen.
Teniendo en cuenta lo anteriormente mencionado,
es importante resaltar que podemos tomar medidas correctivas desde la familia y
el ámbito escolar. Debe ser un trabajo en equipo en donde padres de familia,
cuidadores y maestros trabajen al unísono. Los padres de familia deben imponer
normas, reglas y límites que se deben cumplir, ejercer su rol de padres y ser
su figura de autoridad y modelo a seguir. Al hacer esto; a los maestros se les
facilita la tarea en el colegio pues pueden entrar a apoyar el trabajo que los
padres hacen desde casa. De nada sirve que en la escuela se corrija o se tomen
medidas al respecto si los padres de familia no hacen su trabajo desde el hogar;
pero lo principal de todo es compartir tiempo de calidad y no llenar a los
niños con regalos de compensación por no estar “presentes” en su crianza.
Recuerda que los valores familiares se forman en casa. Debemos como padres de
familia ejercer nuestro rol de padres como figuras de autoridad, impartiendo respeto hacia cada uno de los
miembros de la familia. Educa con amor y disciplina.
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