Una nutrición adecuada; sana y
equilibrada es la clave para un envejecimiento saludable y para conservar la
calidad de vida en la tercera edad. Para los adultos mayores la nutrición es un
factor primordial pues dependiendo si se hace adecuadamente o no repercute
directamente en la salud física y
emocional.
Entre muchos de los cambios
físicos que ocurren en esta etapa; las papilas gustativas van desapareciendo
poco a poco lo que disminuye la capacidad de saborear los alimentos. Esto
influye en la preferencia de ciertos alimentos pudiendo aumentar el consumo de
alimentos dulces o salados y por ende llevar a una dieta poco equilibrada. La
sensación del gusto por los alimentos disminuye provocando que sean escazas las
ganas de comer.
Algunos problemas asociados al
envejecimiento condicionan la selección
de los alimentos y por ende disminuyen
el consumo de frutas y vegetales los cuales contienen una alta fuente de fibra
natural. Estas condiciones son las siguientes:
aparición de enfermedades crónicas y degenerativas, perdidas dentarias, perdida
de la capacidad gustativa, baja actividad física, disminución de la estatura,
pérdida de masa muscular, intolerancia a ciertos alimentos.
Otro cambio importante es la disminución
en la actividad gastrointestinal y el aumento en el tiempo de tránsito
intestinal, que se acompañan de una sensación permanente de saciedad siendo el
estreñimiento un problema frecuente en el adulto mayor lo que se asocia a una
mala nutrición.
La disminución de la actividad
física también está asociada a la disminución del apetito; en este caso se
recomienda aumentar el ejercicio físico de bajo impacto como caminar, yoga,
pilates, baile, según su vitalidad y capacidad.
Algunos medicamentos también
pueden influir en la absorción o eliminación de los nutrientes que se consumen
en su dieta habitual, por ello es recomendable hacer una dieta adecuada con un
profesional de la salud.
Algunas indicaciones para mejorar
la calidad de vida del adulto mayor desde la parte nutricional son:
1. Establecer
horarios en las comidas y fraccionar las porciones alimenticias para que exista
una mayor tolerancia al alimento.
2. Informar
al médico tratante o al nutricionista si el adulto mayor presenta algún tipo de
enfermedad crónica que pueda estar afectando la ingesta de alimentos.
3. Informar
si existen preferencias a ciertos alimentos, intolerancias alimentarias o
alergias.
Estos sencillos consejos ayudaran
a cuidadores y familiares para estar más pendientes de la nutrición del abuelo
con el fin de que tenga acceso a una dieta balanceada acorde a sus necesidades,
preferencias, patologías y entorno en que vive; traduciéndose esto en un adulto
mayor más feliz, con mayor vitalidad y funcionalidad por más tiempo. (Tomado de Enciclopedia del envejecimiento;
España, 2015)
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