El retraso psicomotor es uno de los motivos de
consulta más frecuentes en las consultas de neuropediatría. Muchos padres
acuden a los expertos en pediatría y psicomotricidad preguntando si sus niños sufren
algún tipo de retraso en el desarrollo, al observar que se comportan de una
forma inusual a pesar de la edad. Pero, ¿qué significa realmente este retraso
psicomotor?
Si el niño
tiene la edad suficiente para caminar y aún no lo
hace, no consigue aguantar con fuerza y precisión ningún objeto, o se suele
mostrar retraído ante las personas que se le acercan, podría sufrir un retraso psicomotor. No obstante, es importante no
alarmarse, puesto que sufrir alguno de estos síntomas no significa que el niño no pueda llegar a adquirir estas
habilidades, sino que, seguramente, aprende a desarrollarlas
más lentamente. En la gran mayoría de casos en los que los padres acuden a
las consultas, se trata más de una actitud aprensiva por parte del niño.
Sonreír ante la mirada de los demás, caminar, hablar o reírse a carcajadas se consideran
acontecimientos fundamentales para el desarrollo de los niños, aunque cada uno de éstos sucede de forma diferente para cada edad. La
habilidad de caminar, por ejemplo, suele adquirirse a partir del año, aunque
muchos niños aprenden a hacerlo varios meses antes o varios meses después, sin
llegar a convertirse en una patología. Existen algunos exámenes ordenados por
el pediatra que pueden ayudar a detectar de forma precoz alguna anomalía; sin
embargo es importante que los padres, cuidadores y demás personas que estén al
cuidado del niño sepan cuál puede ser la causa, cuáles son los síntomas y qué
deben hacer en el caso de que los niños presenten algún
tipo de comportamiento relacionado con el retraso psicomotor.
¿Cuál puede ser la causa del retraso psicomotor?
A día de hoy, aún no se conocen con certeza y exactitud los factores que
causan el retraso psicomotor. No obstante, según los expertos, puede
surgir debido un problema genético o un problema adquirido.
- Cuando se trata de un problema
genético, existen muchos errores congénitos de metabolismo que pueden
dar como resultado una afectación
motora o cognitiva, aunque también puede darse el caso de que se deba a una
alteración genética.
- Si se trata, en cambio, de un problema
adquirido, podría deberse a una infección interna, traumatismos o
problemas vasculares, y podría ser que se hayan originado antes, durante o
después del parto.
- Si a los seis meses el
bebé se muestra un tanto irritable, utiliza solo una mano para jugar,
muestra poco interés por el entorno o se sobresalta con frecuencia ante
los ruidos.
- Si al año no
se desplaza solo a ningún lado (o a menos de dos metros), babea durante
gran parte del día y se lleva a la boca todo tipo de objetos.
- Si a los dos años es
muy hiperactivo y no consigue concentrarse en actividades adecuadas a su
edad, o si es incapaz de involucrarse en juegos porque no los entiende.
Aunque, en la mayoría de los casos, no se pueda prevenir ni
evitar, detectar tempranamente el retraso en el desarrollo psicomotor
puede mejorar la calidad de vida del niño afectado, ya que la estimulación en los primeros años de
vida es fundamental.
¿Cuáles son las señales del retraso psicomotor?
Se sospecha que hay un retraso psicomotor cuando los niños no
desarrollan las destrezas dentro del período de tiempo adecuado, o si lo
hacen con muchas dificultades. No hay que confundir el retraso psicomotor con
la tardanza normal del desarrollo de las habilidades para jugar, comunicarse o
solucionar problemas.
Si bien, en algunos casos, solo afecta a un área, como podría ser el
lenguaje, caminar o las habilidades sociales, los padres deberán estar atentos
a los detalles que se indican a continuación para detectar un posible retraso
psicomotor en el niño:
Otras señales de alerta pueden ser las siguientes:
1. Si no parece responder a los sonidos fuertes desde el nacimiento.
2. Si a partir del primer mes de edad nota que el bebé está más tranquilo o
soñoliento de la cuenta.
3. Si a partir de los dos meses no muestra receptividad al tacto y no se
inmuta cuando escucha la voz de las personas que lo rodean.
4. Si a partir de los tres meses
no sigue con la mirada los objetos que se mueven delante de él.
5. Si a los tres meses no agarra
y sujeta objetos. No sostiene la cabeza ni sonríe. No balbucea sílabas.
6. Si a los cuatro meses no se
lleva objetos a la boca. No intenta imitar algún sonido ni presta atención a
las caras nuevas.
7. Si a los cinco meses no
muestra interés por sus manitas, ya que a partir de esta edad los bebés suelen
mantener su mano delante de sus ojos para mirarla.
8. Si a partir de los seis meses
hace movimientos extraños o muecas incontroladas.
9. Si a los ocho meses, puesto
en pie con ayuda, no puede sostener su peso y quedar en posición erecta.
10. Si a los nueve meses el niño no se mantiene
sentado, gatea o se tiene en pie.
11. Si a los diez meses el niño
mueve de forma descoordinada los brazos y los pies y presenta un juego monótono
o estereotipado
En cualquier caso que los niños presenten alguna de estas señales, es importante contactar con especialistas para que realicen un diagnóstico adecuado y,
en caso de que realmente lo padezca, iniciar un tratamiento adecuado de
inmediato.
Articulo tomado del sitio web Mi bebe
y yo.