martes, 24 de octubre de 2017

LAS 10 COSAS QUE NOS DIRÍA UN NIÑO AUTISTA SI PUDIERA (ESPECIALMENTE A MAMA)


Este texto es uno de los primeros con los que nos topamos los que tenemos un niño con autismo (tgd, asperger o como quiera llamarse a cualquiera de las manifestaciones del amplísimo espectro autista).
Es muy popular entre los que conocemos de primera mano el autismo, pero hoy he querido traerlo aquí para que lo conozcan los que no tienen esa experiencia. Por si el día de mañana se ven delante de un niño con autismo, para que no lo traten como un bebé o un alienígena, para que entiendan mejor que no es más que un niño con ciertas peculiaridades.
Me consta de muchos padres en mi situación que han impreso y enviado este texto a familiares, amiguitos, colegas…

1. Soy primero y fundamentalmente un niño: Tengo autismo. No soy “autista”. Mi autismo es sólo un aspecto de mi naturaleza. No me define como persona. ¿O eres una persona con pensamientos, sentimientos y muchos talentos, o solamente gordo, miope (usas gafas) o torpe (malo para deportes)? Puede que eso sea lo primero que yo vea cuando te conozca, pero no representa necesariamente lo que eres tú.
Como adulto, puede que tengas algo de control sobre la manera en que te autodefines. Si lo deseas, puedes resaltar una característica especial. Pero como niño, yo, aún me estoy desarrollando. Ni tú ni yo sabemos de lo que seré capaz más adelante. Definirme por una sola característica corre el riesgo de que tengas expectativas demasiado bajas para mí. Y si siento que tú no crees que pueda lograr algo, mi respuesta natural será ni siquiera intentarlo.


2. Mis percepciones sensoriales están trastornadas. La integración sensorial debe ser el aspecto más difícil de entender sobre el autismo, pero es quizás el más importante. Significa que las cosas comunes y corrientes que uno ve, oye, huele, saborea y toca cada día y que muchos ni notan, para mí pueden ser incluso dolorosas. Muchas veces siento que incluso el ambiente en el que tengo que vivir es hostil.



3. Por favor, recuerda distinguir entre “no lo voy a hacer” (porque decido no hacerlo) y “no lo puedo hacer” (porque no soy capaz de hacerlo). El lenguaje receptivo y perceptivo y el vocabulario son un gran desafío para mí. No es que no escucho las instrucciones; es que no te comprendo. Cuando me gritas desde el otro lado de la habitación, esto es lo que oigo: “*&^%$#, Juan. #$%^&%$*…”. Más bien, ven a hablarme directamente con palabras sencillas: “Por favor pon el libro en tu escritorio, Juan. Es hora de ir a almorzar”. Esto me explica qué quieres que haga y qué va a suceder después. Ahora me resulta más fácil obedecerte.


4. Soy un pensador concreto. Esto significa que interpreto el lenguaje literalmente. Me confundo mucho cuando me dices: “Te vas a morir de frío si no te pones un abrigo” cuando lo que me quiere decir es “Hace frío, ve a ponerte un abrigo”. No me digas “comes como un pajarito”, porque en mi mente me veo acercando la cabeza al plato a agarrar la comida con la boca. No entiendo los modismos, los refranes, los dobles sentidos, las inferencias, las metáforas, las alusiones ni el sarcasmo.


5. Por favor ten paciencia con mi vocabulario limitado. Me resulta difícil expresarte lo que necesito cuando no sé las palabras para describir mis sentimientos. Quizás tengo hambre, estoy frustrado, asustado o confundido pero en este instante esas palabras están más allá de lo que puedo expresar. Fíjate más bien en mi lenguaje corporal, mi retraimiento, mi agitación u otras señales de que algo anda mal. O, por otro lado: puede que suene como un “pequeño profesor” o un artista de cine, hablando sin parar o recitando parrafadas demasiado sofisticadas para mi edad. Éstos son mensajes que he memorizado del mundo que me rodea para compensar por mi déficit de lenguaje porque sé que se espera que conteste cuando me hablan. Estos textos aprendidos pueden venir de libros, televisión, cosas que escucho a otros decir. Se llama “ecolalia”. No entiendo necesariamente el contexto o la terminología que estoy usando; sólo sé que me salva de quedarme callado cuando se espera que responda algo.

6. Debido a que el lenguaje me resulta tan difícil, me oriento visualmente. Por favor, muéstrame cómo hacer las cosas en lugar de solo decírmelo. Además, por favor, prepárate para repetir muchas veces lo que me enseñas. Lo que me ayuda a aprender es la repetición consistente. Un horario visual me resulta extremadamente útil durante el transcurso del día. Igual que tu agenda, a mí me quita el estrés de tener que recordar qué tengo que hacer después, me permite una transición suave entre actividades, me ayuda a manejar mi tiempo y a responder a tus expectativas. Cuando crezca, no voy a perder la necesidad de un horario visual, pero mi “nivel de representación” puede cambiar.
Antes de aprender a leer, necesito un horario visual con fotos o dibujos sencillos.

7. Por favor, concéntrate en lo que puedo hacer y no en lo que no puedo hacer. Como cualquier otro ser humano, no puedo aprender en un ambiente donde constantemente me hacen sentir que no soy suficientemente bueno y que necesito que me “arreglen”. Por eso evito tratar de hacer cosas nuevas cuando estoy casi seguro de que me van a criticar, así sean críticas “constructivas”. Busca mis fortalezas y las vas a encontrar. Existe más de una manera “correcta” de hacer la mayoría de las cosas.

8. Por favor, ayúdame con mis interacciones sociales. Puede parecer que no quiero jugar con otros niños en el parque infantil, pero a veces es que simplemente no sé cómo iniciar una conversación o ponerme a jugar con otros niños. Si les dices a otros niños que me inviten a jugar fútbol o baloncesto, puede que me ponga feliz de ser incluido en el juego. Me desenvuelvo mejor en juegos estructurados que tienen un comienzo y un final. No sé como “leer” expresiones faciales, lenguaje corporal o las emociones de los otros, así que aprecio que me entrenen en la forma de responder en situaciones sociales. Por ejemplo, si me río cuando Emily se cae del tobogán en el parque, no es que piense que es chistoso. Es que no sé cómo responder. Enséñame a preguntar: “¿Estás bien?”


9. Trata de identificar qué desencadena mis rabietas. Los berrinches, pataletas, rabietas o como quieras llamarlos son incluso más horribles para mí que para ti. Me ocurren porque uno o más de mis sentidos está sobrecargado. Si puedes determinar por qué me dan rabietas, se las puede prevenir. Lleva un diario donde anotas la hora, el lugar, la gente y la actividad. Puede que esto revele un patrón de comportamiento. Trata de recordar que toda conducta es una forma de comunicación. Te dice, cuando mis palabras no lo pueden hacer, cómo percibo algo que está sucediendo en mi entorno. Los padres deben recordar también que un comportamiento persistente puede tener una causa médica. Las alergias e intolerancia a algunos alimentos, los trastornos del sueño y los problemas gastrointestinales pueden tener profundos efectos en el comportamiento


10. Ámame incondicionalmente. Elimina pensamientos como, “Si tan sólo él…” y “Por qué ella no podrá…”.

Tú no llegaste a la altura de cada una de las expectativas que tus padres tuvieron para ti, y no te gustaría que te lo estuvieran recordando constantemente. Yo no escogí eso de tener autismo. Pero recuerda que esto me está pasando a mí, no a ti. Sin tu apoyo, tendré muy pocas posibilidades de convertirme en un adulto autosuficiente y exitoso. Con tu apoyo y asesoramiento, las posibilidades mejoran más de lo que tú te imaginas. Te lo prometo, valgo la pena. Y finalmente, tres palabras: paciencia, paciencia, paciencia.

Esfuérzate por considerar mi autismo como una capacidad distinta y no como una discapacidad. Mira más allá de lo que ves como limitaciones y aprecia los regalos que me ha dado el autismo.

Puede ser cierto que sea pésimo para mirar a los ojos o para conversar, pero ¿te has dado cuenta de que no miento, no hago trampa en los juegos, no me chivo de mis compañeros de clase ni juzgo a las demás personas?

También es verdad que no voy a ser el próximo Michael Jordan. Pero con mi atención a los detalles y mi extraordinaria capacidad de concentración, puede que sea el próximo Einstein… o Mozart… o Van Gogh.

Muchos creen que ellos tenían autismo también.

La cura de la enfermedad de Alzheimer, el enigma de la vida extraterrestre… ¿qué futuros logros serán posibles para los niños de hoy con autismo, niños como yo?

Todo lo que yo puedo llegar a ser no sucederá sin que tú seas mi fundamento.
Sé mi defensor, sé mi amigo y veremos hasta dónde puedo llegar.

miércoles, 18 de octubre de 2017

LAS CLAVES PSICOLOGICAS PARA ENVEJECER BIEN SEGÚN EL PNL



Un estudio llevado a cabo por Robert Dilts, autor de numerosas obras de programación neurolingüística (PNL), identificó en varios ancianos de más de 80 años activos y con buena salud, cuáles son las claves psicológicas para gozar de una buena vejez. El estudio, llevado a cabo en Nijmegen (Países Bajos), constató que la capacidad de sentirse feliz y encontrarse bien físicamente puede darse en personas con formas de ser, creencias y modos de vida muy diferentes.

Capacidad de sentirse feliz. Pero, ¿qué tienen en común estas personas? En primer lugar, se caracterizan por una mentalidad libre y un gran sentido de la tolerancia. Son optimistas, se toman con deportividad las pruebas de la vida, como una oportunidad para aprender en lugar de cómo un fracaso, y defienden la importancia del buen humor. En segundo lugar, citan el matrimonio como uno de los momentos más trascendentales y la pérdida del cónyuge, como una de las pruebas más duras. No obstante, han sabido superar este duelo y experimentar, incluso, cierta presencia protectora de la persona fallecida.

Los ancianos longevos tienen una mentalidad libre y un gran sentido de la tolerancia, son optimistas y defienden la importancia del buen humor

Tampoco tienen un gran miedo a la muerte. “Son conscientes de que su vida está limitada, pero viven como si dispusieran de todo el tiempo del mundo”, explica Hennezel, “y son capaces de pensar en futuro, mientras que la gran mayoría de ancianos viven anclados en el pasado”. Están reconciliados con todo lo vivido y afirman que no cambiarían ni un solo acontecimiento, ni siquiera los más duros y difíciles.

Interpretan la vejez como una liberación, un periodo en el que llevar a la práctica todo lo que no han podido hacer durante la juventud. Desprovistos de numerosas preocupaciones y obligaciones, disponen de tiempo para dedicarse a sí mismos y a lo que les gusta.
Otra de las claves que apunta Hennezel es que los ancianos longevos no son seres solitarios, sino que tienen una vida afectiva rica. Esto no significa que desconozcan los ratos de soledad, pero huyen del aislamiento. La belleza y atracción de los ancianos ya no depende de su apariencia externa, sino de su alma. Se da la circunstancia de que muchos de ellos tienen un cuerpo muy disminuido y han perdido numerosas facultades, pero su expresión facial es radiante. Estar disponibles cuando los demás necesiten su compañía y consejo es su mejor baza para no estar solos.

Por último, la autora defiende que se debe mantener la alegría. En hebreo, la misma palabra “guil” significa edad y alegría. Los dos peligros principales que se deben vencer para vivir con alegría son: el aburrimiento (ese sentimiento habitual según el cual la vida es más de lo mismo) y la tristeza.




Prepararse para el final. Entre los 55 y los 80 años (hay personas y circunstancias muy heterogéneas) hay que hacer balance y firmar la paz con el pasado histórico de cada uno, dice Marie de Hennezel, quien afirma que es posible que el desarrollo de la demencia senil pueda relacionarse con el hecho de no estar en paz con la historia propia. Acudir al psicoterapeuta en algún momento crítico del proceso de envejecimiento puede ayudar a la persona que entra en la vejez a liberarse de emociones reprimidas, recuerdos dolorosos y perdonarse a sí misma. De esta forma, la persona gana tranquilidad y una perspectiva más amplia de la vida que le permite afrontar mejor la ancianidad.

El miedo a sufrir una enfermedad grave y a la muerte es inherente al ser humano, pero se puede disminuir. Cada vez se vive más tiempo y la ciencia dispone de recursos para proporcionar una prórroga. Se vive más años y con más calidad de vida. “La vida se alarga, mientras que el tiempo de sufrimiento se acorta”, explica Hennezel.


La preparación mental y espiritual es fundamental para alcanzar este momento con sosiego. La principal tarea de los que se hacen mayores es aspirar al gran desapego, a estar en conexión con su yo más profundo. Esto se logra con ejercicios de respiración y de meditación, dos prácticas muy extendidas en las culturas orientales. “Se calcula que diez minutos de meditación, durante dos o tres meses, hacen bajar dos puntos la tensión sin ningún medicamento”, según el científico francés Joël de Rosnay. Todas estas técnicas preparatorias pueden servir para vivir una vejez feliz y plena y un final sereno.

lunes, 2 de octubre de 2017

5 GRANDES VENTAJAS DEL COLECHO



Dormir con los hijos, lo que llamamos colecho, es una opción que tiene bastantes ventajas, y muchas de ellas contradicen las críticas a esta costumbre, cada vez más extendida en nuestras sociedades occidentales, habitual en otras culturas y que ha sido la forma en la que han dormido los niños desde el comienzo de la Historia de la Humanidad.

El colecho facilita la lactancia y la alimentación nocturna
La lactancia es un proceso natural que, es óptimo, cuando se produce a demanda, pues es la succión del bebé la que regula la producción y favorece el mantenimiento de una relación adecuada de la oferta disponible de leche. A más succión habrá, si no hay inconvenientes médicos o posturales, más leche.
Los bebés, además, necesitan mamar de noche para mantener, no solo una producción correcta adecuada a sus necesidades, sino también el aporte adecuado de nutrientes y cantidad de leche ingerida y hábitos de lactancia no interferidos. Durante los primeros meses, además, no atender su necesidad de alimento puede producirles hipoglucemia nocturna.
Amamantar es sencillo durante la noche si el bebé está al lado de la madre. Simplemente habrá que acercarlo al pecho si es pequeño y, más adelante, él mismo se aproximará al pecho y mamará lo que necesite.
La madre apenas tiene que despertarse, podrá recuperar el sueño inmediatamente y, de hecho, las madres que colechan muchas veces no saben decir el número de despertares del pequeño, pues ellas mismas no se desvelan.
Si el bebé no es amamantado también se beneficiará, en su alimentación nocturna, del colecho, pues la madre puede tener lo necesario para hacer el biberón en la misma habitación y dárselo con la mayor rapidez y sin tener que andar levantándose demasiado. Y además, podremos ofrecer a nuestro hijo todas las demas ventajas asociadas al colecho: intimidad, seguridad y descanso.

Los padres descansan más con el colecho
Enlazando con lo dicho anteriormente, dormir con el bebé también favorece el descanso de la mamá, que no tiene que levantarse de la cama para atender a su bebé cuando se despierte para comer o por otro motivo físico como que se destape o se encuentre mal. Sencillamente, acercándolo a su cuerpo, lo reconforta y pueden seguir durmiendo sin desvelarse.
El papá descansa también, los llantos del bebé no lo despiertan y, si no es comida lo que pide el niño o no reclama específicamente el contacto con la madre, él mismo puede cambiarlo o abrazarlo sin salir de la cama.

La familia recupera el tiempo perdido
Nuestros hábitos de trabajo hacen que muchas familias puedan disfrutar de pocas horas al día juntos. Con el colecho se les ofrece una oportunidad de recuperar ese tiempo perdido y compartir más contacto físico y emocional.
Las parejas suelen querer dormir juntos no solo para practicar sexo, sino también para hablar, abrazarse, hacerse mimos y despertarse juntos. Con los niños esto sucede igual, dormir con ellos hace que la familia pueda compartir el dulce sueño y también todos esos momentos de intimidad y cariño que ofrece el tiempo nocturno. Y para el sexo, si es que hay tiempo y fuerzas con un bebé en casa, siempre hay oportunidad y lugar en otros lugares de la casa (por ejemplo, en la habitación que habríamos destinado a la cuna).

Los niños se sienten mejor
El llanto de un bebé a veces responde a necesidades físicas, pero en otras ocasiones es por miedo, frío, dolor, necesidad de contacto y mimos o incomodidad. Cuanto antes atendamos estas necesidades, sean materiales o emocionales, menor será el tiempo en el que el niño esté sufriendo ese problema y menos llorará, pues si no lo atendemos pronto puede que luego, se sienta nervioso o asustado, y le costará mucho más dejar de llorar y sentirse tranquilo y confortado.
El saber que sus padres lo atenderán inmediatamente hace que el bebé se sienta más seguro cuando va a dormir, tarde más o menos en coger el sueño, y también, se sentirá más tranquilo mientras duerme. No hay razones para temer la soledad o la obscuridad, pues las personas que ama y lo protegen están a su lado e incluso, si se despierta, los siente cerca, los escucha, toca y huele, haciendo que no existan razones para pedir esa compañía, pues ya la tienen con solo extender su manita.
Eso fomenta buenos hábitos de sueño. Las necesidades físicas y emocionales estan cubiertas, el niño puede dormirse mamando, que es lo natural en el bebé, y tiene una sensación de protección nocturna que hará que el momento de irse a dormir sea vivido como algo placentero.
Por supuesto, puede suceder que el pequeño no se duerma inmediatamente cuando sus padres consideren que es el momento. A veces hay experiencias diarias que lo habrán disturbado y necesita expresar, a su manera, esa tensión. A veces simplemente no está cansado o está demasiado alterado para relajarse. ¿Hay acaso un sitio mejor que la cama familiar para pasar ese rato contando cuentos, dándole mimos o dejándolo jugar con nosotros?

Cuanto mejor durmamos, mejor estaremos por la mañana
Bastante cansado es atender a un bebé como para enfrentarnos al día siguiente sin haber podido dormir en toda la noche. Dormir con nuestro hijo no va ha eliminar sus despertares, pero si los reduce y hace mucho más sencillo que, habiéndolo atendido prontamente, todos recuperemos el sueño antes. Y desde luego, cuanto mejor durmamos, más descansados, más animosos y más sanos nos sentiremos la mañana siguiente, cuando nos espere otra jornada de cuidado de nuestro hijo y de trabajo, sea en casa o sea fuera de ella.
Dormir con los niños es normal y natural, y además, tiene muchas ventajas para los padres y los pequeños y les proporciona muchas oportunidades de sentirse bien. El colecho trata de una opción que, practicada con seguridad, ofrece muchas cosas a favor a las familias. Y sobre el sexo o la intimidad de la pareja, habrá muchas soluciones que seguro que podemos implementar sin renunciar a dormir todos juntitos.