miércoles, 16 de mayo de 2018

EL TRASTORNO DE LATERALIDAD EN EL ADULTO MAYOR



En general, las personas mayores de 60 años con trastorno de lateralidad que acuden a terapia por primera vez son personas con una buena autonomía desde el punto de vista locomotor; no obstante,  suelen presentar problemas de equilibrio: aunque durante algunas épocas pueden caminar sin ayuda, en otras necesitan agarrarse a un bastón o a un acompañante, andan con lentitud, de manera inestable, sufren vértigos y tienen tendencia a desviarse hacia un lado cuando caminan por la calle; es decir, su movilidad no es segura, lo cual repercute en su bienestar emocional y mental.
Otra cuestión que les inquieta mucho es si sus problemas de memoria y concentración son síntomas de la enfermedad de Alzheimer, ya que ignoran que estas dificultades son síntomas propios del trastorno de lateralidad; al igual que la desorientación, que les provoca que, de repente, por ejemplo, no sepan en qué barrio están o que sean incapaces de encontrar su auto.
Sus relaciones de pareja y sociales también se han visto afectadas por el trastorno de lateralidad: en muchas ocasiones  sus parejas les reprochan sus continuos errores, que no las entienden cuando hablan, que no siguen las conversaciones o que se quedan en blanco cuando están en un grupo, que se sientan perdidos en los lugares donde hay mucha gente, etc. Estas situaciones, al reiterarse durante años, terminan afectando el  autoestima de la persona que la padece: creen que nadie les aguanta, que son una carga para la familia y se sienten continuamente examinadas porque creen que los demás se percatan de sus dificultades; lo que les genera mucha ansiedad, irritabilidad y, en ocasiones, una actitud de sumisión que, a su vez, les despierta ira y enojo que en ocasiones no saben expresar.
Hay que tener en cuenta que, cuando se trata de mujeres, en la mayoría de los casos han dedicado su vida a ocuparse de la familia, y que casi todos ellos son personas que han tenido una actividad laboral, por lo que a este cuadro hay que sumar la ansiedad provocada por la jubilación.
Asimismo, la mayoría de ellas han tenido una vida muy plena, practicando actividades y deportes que ahora no pueden realizar porque les tiemblan las manos o los pies y se han acentuado los problemas de coordinación espaciotemporal.
Por todos estos motivos —y porque sufren de insomnio, porque no pueden hacer nada que requiera precisión manual, porque hay una pérdida de audición y visión, y porque se cansan con excesiva facilidad debido al desgaste de energía que les supone compensar sus problemas de equilibrio.

TERAPIA PARA TRABAJAR LOS PROBLEMAS DE LATERALIDAD EN PERSONAS MAYORES
El tratamiento de estos pacientes se centra, sobre todo, en la parte motriz (coordinación, motricidad facial, vocalización, respiración, relajación, etc.) y verbal. Si bien todos los pacientes con trastorno de lateralidad necesitan que en terapia, además de trabajar los aspectos psicomotores, haya un espacio para poder verbalizar sus experiencias y emociones, en estas personas la necesidad es muy notoria. Como se ha  mencionado anteriormente, se trata de hombres y mujeres que han tenido una vida muy rica en muchos aspectos y que ahora sufren enormemente porque ven que su pérdida motriz la está empobreciendo (muchos de ellos han pasado por más de una depresión).
Además, hay que señalar que como su bienestar emocional está muy afectado, tienen tendencia a somatizar, lo que les ha llevado a intentar encontrar respuestas a sus dolencias en todo tipo de especialistas y medicinas “naturales”, por lo que llegan a la terapia con un gran agotamiento también en este sentido. Es frecuente que manifiesten que sienten la cabeza pesada y que se dejen llevar por las dificultades que se les presentan en su día a día (ataques de pánico y angustia), además de ser hipersensibles, extremadamente susceptibles y sentirse muy solos.
Por tanto, son pacientes que necesitan mucha escucha, contacto y protección. Al igual que las personas con trastorno de lateralidad de menos edad, estos pacientes responden muy bien al tratamiento, logrando una recuperación cercana al 100 % y sin experimentar regresiones posteriores.
Algunos problemas de lateralidad que se pueden tratar en terapia y funcionan bien son los siguientes:
1.       Problemas de memoria
2.       Problemas de orientación espacial y temporalidad
3.       Problemas de equilibrio
4.       Alteraciones en el esquema corporal
5.       Lateralización marcada
Estos son algunos de los aspectos sobre los cuales la terapia funciona de manera adecuada; asociado al amor de la familia, paciencia y un estilo de vida saludable puede  ayudan a brindar una mejor calidad de vida en la vejez.
Articulo elaborado por Luis Elias Llorens- Licenciado en psicología- terapeuta en lateralidad


jueves, 3 de mayo de 2018

10 ESTRATEGIAS PARA EDUCAR A LOS NIÑOS EN INTELIGENCIA EMOCIONAL




Las emociones hacen parte de cada aspecto de la vida y la cotidianidad. Saber controlarlas, gestionarlas y utilizarlas a través del fomento de la inteligencia emocional  permitirá, sin duda, afrontar el día a día de un modo más eficiente. Emoción, pensamiento y acción son los 3 pilares que prevalecen en las personas. De ahí la importancia de ahondar en ese tipo de conocimiento para afrontar determinadas situaciones, para desenvolverse en la sociedad de un modo eficiente. Entonces se considera de vital importancia  que los niños se inicien también en el aprendizaje de la inteligencia emocional desde pequeños. Teniendo en cuenta los siguientes principios se ayudar a al niño al desarrollo de este tipo de inteligencia por medio de la crianza.

1. Inteligencia emocional para controlar su Ira: Hasta los 18 meses, es primordial que todos los niños cuenten con  todo el afecto, atención y cuidado de sus padres, pues les aporta la seguridad necesaria para enfrentarse al mundo y vencer sus miedos; pero se debe tener en cuenta que a partir de los 6 meses se comienza a desarrollar la rabia o ira; por lo tanto es importante que padres y cuidadores ayuden a canalizarla a través de mensajes que el niño logre entender para invitarlo a razonar y ayudarle a expresar y controlar lo que está sintiendo.

2. Enseñar a reconocer las emociones básicas: A partir de los años aproximadamente, es recomendable iniciar a los niños en el campo del reconocimiento de emociones, ya que es cuando ellos empiezan a interactuar con los adultos y otros niños de modo más abierto. Por medio del juego se puede ayudar al niño a reconocer las emociones básicas (alegría, tristeza, miedo y rabia). Con fotos de rostros, dibujos coloridos y poniendo situaciones especificas. El juego significativo es un excelente medio para enseñar el manejo de estas emociones y comenzar a desarrollar en el niño la empatía.

3. Nombrar las emociones: A partir de los 5 años los niños ya logran dar nombre a sus emociones e involucrarlas en su cotidianidad; por ejemplo, “estoy enfadado porque no me has llevado al parque”, “estoy contento porque mañana nos vamos de excursión”, “tengo miedo de que cierres la luz porque me dejas solo.” Estas son expresiones que involucran la vida diaria del niño que ayudadas a expresar por un adulto brindan al niño una adecuada canalización de lo que está sintiendo y cómo se va enfrentando al mundo.

4. Enseñar a afrontar las emociones con ejemplos: Es habitual que los niños en algunas ocasiones se vean superados por sus propias emociones; entonces en medio de una rabieta suelen ser groseros, tirar cosas, gritar o golpear. Es necesario que esas acciones no se refuercen. Se le puede enseñar al niño que antes de gritar o golpear algo exprese en voz alta lo que le molesta; de este modo aprenden a expresar sus emociones desde pequeños.

5. Desarrollar su empatía: Para ayudar a desarrollar una dimensión tan importante en sus vidas es primordial inducir al niño a razonar por medio de preguntas. Por ejemplo: Cómo crees que se siente tu amigo con lo que le has dicho?, Porqué crees que está llorando tu hermanita?, Crees que papa hoy está feliz?

6. Desarrollar su comunicación: Razonar con los niños, hacerles preguntas, jugar y poner ejemplos es algo imprescindible en su educación. Al niño se le debe ayudar a expresarse y tener una buena comunicación tanto verbal como no verbal. Pon er en voz alta sus opiniones y sentimientos y hasta hacer consensos; en otras palabras que aprendan a dialogar.

7. Iniciar al niño en las emociones secundarias: A partir de los 10 a 11 años surgen en la vida del niño las emociones secundarias entre las cuales se encuentran el amor, la vergüenza y la ansiedad. Siempre es adecuado que previamente se haya realizado el trabajo de la comunicación para poder hablar de estas emociones abiertamente y ayudarles a generar seguridad.

8. Enseñar la escucha activa: Es de vital importancia educar al niño en la escucha activa. El niño debe aprender que debe guardar silencio mientras los demás hablan; pero no solo es guardar silencio sino escuchar atentamente lo que los demás tienen para decir. De ahí que es recomendable hablarles despacio, frente a frente y terminando las frases preguntando al niño si ha entendido de lo que se está hablando o si se encuentra de acuerdo con lo que se ha dicho.

9. Fomentar el dialogo democrático: A medida que los niños se van haciendo mayores van a aparecer mas demandas de su parte; de ahí que desde pequeños se les eduque en pactar o hacer consensos a través de un dialogo democrático. La familia es un ejemplo de la sociedad  y es el mejor campo de aprendizaje para los niños.

10. Permitir la expresión de emociones: Para educar al niño en inteligencia emocional es innegable que se les debe dar la confianza suficiente para que expresen sus emociones, expresen aquello que les preocupa, aquello que los hace felices o infelices. Por medio de un adecuado manejo de las emociones se puede ayudar al niño a madurar y manejarse adecuadamente en la sociedad.

Articulo elaborado por Valeria Sabater- psicóloga infantil para el sitio web “la mente es maravillosa”